5 dic 2012

Celebración.

El suave perfume de azahar inundó la habitación cuando ella entró. El satén de su vestido rozaba las alfombras turcas del suelo emitiendo un leve susurro. Como siempre que ella aparecía, un tenso silencio invadió la sala.

Todo el mundo admiró su esbelta figura, sus grandes ojos y su preciosa melena. Ella sabía que la observaban con fervor, por lo que se mostró altiva y orgullosa, caminando elegantemente con la barbilla alta y los hombros atrás.

Cuando un camarero se acercó a ella con una bandeja, cogió una copa de champagne con desdén y se la acercó a los labios mientras observaba como la gente volvía a la normalidad al tiempo que la música empezaba a escucharse.

La noche avanzó entre brindis, bailes y risas ajenas mientras ella contemplaba todo desde la sombra. En el momento adecuado el joven que había estado mirándola con ojos lascivos se acercó a ella. Le dedicó una hipnótica sonrisa y lo condujo al vestidor. Dejó que besase su cuello y acariciase su talle con manos febriles mientras ella sacaba el puñal que llevaba guardado en el forro del vestido.




"Joven muere tras recibir veinte puñaladas en una fiesta"

Ella se río al contemplar el periódico. -Feliz veinte cumpleaños- Dijo para sí.

2 oct 2012

Algas.

Allí estaba. Una noche más. El agua del lago no se movía, parecía que la estuviese esperando. Lentamente se quitó la capa que la cubría, desabrochó el vestido y lo dejó caer a sus pies. Se encaminó despacio hacia el agua sintiendo el frío de cada gota que se le pegaba al cuerpo. Empezó a nadar con tranquilidad hacia el centro del lago, donde la luna se reflejaba redonda y blanca. Se dejó llevar y se quedó flotando con los ojos cerrados. 

Estaba respirando profundamente cuando un alga rozó su pubis. Se estremeció brevemente y sin pensar dirigió su mano al lugar que el alga había tocado. Un escalofrío la recorrió entonces. Se mordió un labio y no puedo evitar que su mano acariciase su intimidad, despacio, sin prisas. 

Sensaciones nuevas comenzaron a embrigarla, calor y frío a la vez. Ganas de gritar y de guardar silencio. Leves sacudidas recorrían su cuerpo. Suaves gemidos brotaban de su boca. Sus ojos bailaban sin parar a pesar de estar cerrados. Se notaba ansiosa y a la vez tímida. Nada que no fuera ella importaba. 

De repente, sin previo aviso, llegó. Un torrente de placer desde la punta de sus pies hasta su cabeza. Era algo completamente desconocido para ella. Algo que le asustó y gustó al mismo tiempo. Se dejó llevar por la ola de placer y espiró todo el aire que había contenido.

Nunca volvió a aquel lago.

10 ago 2012

Huida.

Abrió los ojos. La suave luz del amanecer entraba por la ventana y la primera brisa matinal movía las cortinas. Se movió ligeramente en la cama y descubrió que el otro lado estaba vacío.

-Otra vez no...- Dijo con voz ronca.

Se levantó y se lavó la cara. En la chimenea todavía quedaban restos de madera chamuscada que humeaba. Recuperó sus calzas y su jubón y se los puso rápidamente. Salió de la estancia. Saludó al guardia que cuidaba el pasillo y subió a la torre saltando los escalones de dos en dos. Se asomó y entrecerró los ojos para ver mejor.

Vio una figura a lomos de un caballo negro con su también negra melena al viento.

-¡Alteza!- Gritó con toda la potencia que pudo.

Ella frenó su montura y se giró. Él contuvo el aliento al ver su rostro resplandeciente.

-Habéis olvidado vuestro corsé.-

8 ago 2012

Luz oscura.

-¿Cómo puede ser la luz oscura?- Dijo él mirándola fijamente con sus divertidos ojos verdes.

-La luz oscura es aquella luz que su cuela por las rendijas de una celosía, el tenue resplandor de una noche de luna llena, la mirada de un gato en un callejón, la sonrisa de alguien en el fondo de una cueva, la llama de una vela en la alcoba de un castillo...- Respondió ella con los profundos ojos negros posados en algún lugar del infinito.

-Ya lo entiendo. La luz oscura es también esto, ¿no?- Dijo él mientras al tiempo que pasaba su mano por detrás del cuello de ella y acercaba su rostro al suyo.

-Algo así...-Dijo ella, temblando.

-Entonces, seamos luz en la oscuridad.- Y la besó.

5 jul 2012

No. Ella no quería ser así. No se sentía a gusto entre aquella gente. No podía ser ella misma. No podía actuar con sinceridad. No podía comportarse como ella quería. 


Y eso tenía que cambiar.

6 jun 2012

Duelo.

Ella.
Espada.
Ligera.
Elegante.
Mortífera.
Mandoble.
Danza.
Estocada.
Chispas.
Herida.
Arremetida.
Salto.
Revés.
Corte. 
Concentración.
Hombro.
Defensa.
Arresto.
Muslo.
Finta.
Despiste.
Desarme.
Peligro.
Cuello.
Sangre.
Muerte.

4 may 2012

1+1

Las cortinas se movían con la suave brisa veraniega. Los rayos de Luna dibujaban ondulantes figuras sobre su cuerpo desnudo. Estaba tendida en la cama. Un escalofrío la recorrió de arriba a abajo y la hizo temblar. Se estiró al tiempo que se tapaba con la sábana. Ahora la tenue luz que entraba por al ventana delineaba sus curvas y describía sombras sobre la blanca sábana.

Él entró en la habitación sigilosamente. No quería despertarla. Adoraba contemplar su rostro mientras soñaba. Le encantaba observarla cuando ella no lo percibía y estaba completamente relajada. Podía ver su alma con cada respiración. Podía sentir cada latido de su corazón. Se acercó lentamente a la cama al tiempo que se desvestía y descalzaba. Anhelaba sentir su piel junto a la suya, sus cuerpos unidos. Una noche más. Otra de tantas. Siempre diferente. Nunca igual.

Ella sonrío ante el ligero roce de aquel fuerte brazo en su espalda. Todavía entre sueños, se giró para contemplar aquel maravilloso rostro. El rostro que le quitaba el aliento. Lo acarició despacio, apreciando todos los detalles, la mandíbula, la barba de tres días, la nariz, la frente, las cejas, los pómulos y los labios. Esos labios carnosos que habían cumplido multitud de fantasías. Suspiró. Lo necesitaba. No podía vivir sin él.

Él rozó su pie contra su pierna, ascendiendo lentamente. Observó como ella se mordía un labio y echaba la cabeza hacia atrás. Recorrió con la yema de sus dedos el contorno de su cuerpo, la curva de su rodillas, su muslo, su cadera, su cintura, su pecho, su cuello. Posó un dedo sobre sus labios y sintió el primer beso de la noche. El primero de miles.

Ella se acercó un poco más a él. Atrapó su cuello con una mano mientras recorría su torso con la otra. Era un hombre fuerte, duro, recio. Jugó en su pecho y fue deslizando el juego hacia abajo, al tiempo que él respiraba profundamente. Besó suavemente su cuello, sintiendo su pulso acelerándose por momentos. Todavía se aceleraría más.

Él la abrazó y la rodeó por completo. Empezó a besar su cuello y subió suavemente hasta su boca, para descargar toda la pasión. Un baile de labios y lenguas dejaba escapar algún gemido de vez en cuando. La apretó fuertemente contra él. Quería sentirla por completo. Tocó todo su cuerpo. Lo sintió con las manos y con los labios, con los pies y con la piel. Hombre contra mujer. Cuerpo contra cuerpo.

Ella se dejó llevar, y le dejó entrar. Ahora estaban realmente unidos. Dos en uno. Uno en dos. Las sábanas los rodeaban y envolvían. Ella susurró en su oído, provocando una sonora carcajada. Lo besó, en la frente, en las mejillas, en los labios, en el cuello, en el torso, en el vientre. Lo disfrutó. Se compenetraban a la perfección. Danzaban al unísono. Dos acordes perfectos de una sensual canción.

La noche acababa de comenzar.

1 may 2012


La habitación seguía en penumbra.Todavía tenía el cabello mojado por la lluvia que había estado cayendo durante la noche. La respiración de él denotaba que dormía profundamente. Ella se levantó con cuidado de no despertarlo. Se envolvió en una sábana y se acercó a la ventana. La calle estaba desierta y los candiles de las farolas se habían consumido hacía ya rato. No debía de faltar mucho tiempo para el amanecer. Era hora de que se marchase. Se dirigió a la palangana de agua tibia y se enjuagó la cara. No se atrevió a mirarse al espejo por miedo a lo que pudiese ver. Cogió su vestido y se lo puso, sin detenerse en abrocharse el corsé, no había tiempo para ello. Tomó sus guantes y su capa y se dirigió a la puerta. Echó un vistazo atrás. Suspiró. No pudo evitar volver hacia la cama y posar sus labios sobre los suyos una última vez. Él se estremeció y cambió de postura, sin dejar de dormir. Ella volvió a suspirar.

Hasta siempre, amante de una noche.

14 abr 2012

Pudiera ser...

¿Se puede llorar sin lágrimas?
¿Se puede ser feliz sin sonreír?
¿Se puede tener fe sin creer?
¿Se puede correr sin caminar?
¿Se puede escuchar sin oír?
¿Se puede ver sin mirar?
¿Se puede volar sin alas?
¿Se puede nadar sin agua?
¿Se puede arder sin fuego?
¿Se puede ser sin existir?
¿Se puede vivir sin sentir?
¿Se puede amar sin dolor?
¿Se puede amar sin locura?
¿Se puede amar sin límites?

1 abr 2012

Amores

Hay amores que matan. 
Amores que dan vida. 
Amores que dan esperanza.

Hay amores locos.
Amores de juventud.
Amores maduros.

Hay amores que no lo son.
Amores sobrenaturales.
Amores platónicos.

Hay amores sinceros.
Amores egoístas.
Amores humildes.

Hay amores no correspondidos.
Amores de verano.
Amores de instituto.

Hay amores lejanos.
Amores en la distancia.
Amores cotidianos.

Hay amores que enamoran.
Amores pasionales.
Amores fríos.

Hay amores especiales.
Amores que no se olvidan.
Amores que vienen y van.

Hay amores intensos.
Amores frágiles.
Amores de película.

Cualquier amor llegará, te atrapará, y se marchará. ¿Cualquiera? No lo creo. Tu amor es eterno, tu amor no pasará. Tu amor nunca me abandonará. Porque tu amor es un AMOR con mayúsculas. Amor de verdad. Amor que seduce y cautiva. Amor que consuela. Amor que atrapa. Amor que reconforta.

Tú. Siempre Tú. Siempre a mi lado. Siempre cerca. Siempre con el hombro dispuesto a recoger mis lágrimas. Siempre paciente para escuchar mis miedos y mis inquietudes. Siempre feliz para compartir mis alegrías. Tú.

19 mar 2012

Instintos

Lo empujó con fuerza sobre la cama. El dosel se tambaleó cuando su espalda impactó contra el colchón. 

Él sacudió la cabeza incrédulo. 
Ella sonrío pícara desde el alféizar al tiempo que dejaba caer su vestido. 
Él la miró embelesado. 
Ella se acercó lentamente hacia el lecho, contoneándose al ritmo de la inexistente música. 
Él se incorporó. 
Ella se mordió un labio, tiñendo de carmesí su blanca y brillante dentadura. 
Él la agarró con firmeza y la atrajo hacia sí. 
Ella dejo escapar una pequeña carcajada. 
Él deshizo con avidez los lazos de su corsé.
Ella dejó caer su rizada melena oscura desatando la trenza que la atrapaba.
Él recorrió su pálido cuerpo con las manos.
Ella se dejó hacer.
Él se dejó llevar.
Ella lo invitó a tumbarse.
Él accedió hipnotizado.
Ella lo observó detenidamente, posando la mirada en su cuello.
Él gruñó de placer.
Ella posó sus labios en su cuello. 
Él gimió.
Ella clavó sus uñas en su espalda.
Él gritó.
Ella disfrutó.

La sangre todavía asomaba por la comisura de sus labios, así que se relamió con gusto antes de clavar la cabeza de aquel joven en esa lanza.

De nuevo, otra vez.

Corría, corría y corría. Escapando de aquel destino que la perseguía desde hacía algún tiempo. El viento silbaba en sus oídos. La lluvia resbalaba por su cuerpo. No podía parar. Tenía que seguir, continuar hasta dejar atrás aquel dolor.

Tropezó. Una dura piedra en el camino la hizo caer. Una piedra que la distrajo, que la hizo imaginar y soñar. Una piedra que terminó por golpearla en lo más profundo de su corazón. Una piedra que la decepcionó y la desilusionó.

Se levantó. Se limpió el barro de la cara y prosiguió con su camino. Su huida de la desesperanza y su búsqueda de la felicidad. Retomaba la lucha por aquello que anhelaba con todas sus fuerzas. El amor.

Y volvió a correr. A buscar. A esquivar obstáculos y evitar peligros. Hasta que vio aquella flor. Aquella rosa brillante de ese oscuro jardín que la tenía atrapada. La rosa la atraía con fuerza, con mucha fuerza, demasiada. Ella se dejó llevar y no pudo contenerse. Acercó la mano para coger la rosa y las espinas se hundieron en su piel, y en su alma. Se desangraba de nuevo. Caía. Desfallecía. Se desvanecía.

¿Podría volver a levantarse? ¿Se recuperaría? ¿Recobraría la ilusión? ¿Volvería a tener esperanza?

Por el momento se escondería de todo. Se ocultaría en lo más profundo de su ser. Se encerraría en sí misma y levantaría de nuevo aquella gruesa armadura.

13 mar 2012

La triste y dura realidad.

Eres genial.
Eres adorable.
Eres fantástica.
Eres cariñosa.
Eres dulce.
Eres divertida.
Eres inteligente.
Eres comprensiva.
Eres atenta.
Eres romántica.
Eres sensata.
Eres sentimental.
Eres buena.
Eres maravillosa.

Te quiero, pero prefiero romperte el corazón besando a otra.

6 mar 2012

Platónico.

Duele.

Quema.

Escuece.

Tan cerca y tan lejos.

En silencio, en secreto, en la distancia, en el ayer, en el mañana, en lo bueno, en lo malo, en lo triste, en lo cercano, en lo cotidiano, en el recuerdo, en el futuro, en el olvido. Siempre y nunca.

Desde la penumbra, desde la sombra. Sin decir nada, sin respirar. Con miedo, con emoción. Desde lo prohibido, desde lo oculto.

Quererte y no sentirte. Amarte y no tocarte.

5 mar 2012

Allí estaba el vestido. Perfectamente planchado y almidonado. Los zapatos de tacón descansaban junto a él. El bolso pertinente reposaba en la mesa. Los pendientes y la pulsera estaban en la mesilla de noche. Todo su cofre de maquillaje estaba preparado y su pelo elegantemente recogido.

Pero a pesar de todos los preparativos, de la ropa interior nueva, de las medias con liguero que tan cuidadosamente se había puesto, del perfume que estrenaba y de las sesiones en el centro de belleza no se veía con fuerzas.

Se tumbó en la cama y encendió su equipo de música. Las notas comenzaron a inundar la casa al tiempo que ella cerraba los ojos y recordaba. Recordaba todos los momentos junto a él, las risas, los abrazos, las confidencias, los juegos, el cariño, las fiestas...

Siempre habían estado unidos, pero desde hacía algún tiempo una persona se había interpuesto entre ellos. Bien era cierto que gracias a esa aparición a él se le veía mucho más feliz, más ella notaba que era una felicidad vana, caduca, sin consistencia ninguna. Aunque estaba muy preocupada por él no había sido capaz de decirle nada y sólo había podido ver como día tras día se alejaban el uno del otro.

Hasta que llegó la invitación. El rectángulo beige de cartulina estaba clavado en su corcho con una chincheta roja. Ella nunca pensó que fuese a estar invitada al evento en cuestión, así que dos meses  atrás se había armado de valor y en una tarde había fundido su tarjeta de crédito para poder estar presentable aquel día. Y ahora no era capaz de vestirse y llamar a un taxi.

Abrió los ojos, tomó aire en una profunda inspiración y se incorporó. No tenía más que media hora para conseguir un aspecto digno sin llegar tarde a la ceremonia.

La media hora se alargó hasta ser una y el tráfico hizo lo propio con el taxi. Llegaba tarde, muy tarde. Sabía que todo el mundo estaría sentado, observando a la feliz pareja. Llegó a la iglesia, se bajó del coche, dio unos pasos, se quitó los tacones, se levantó el vestido y corrió hacia la entrada. Se volvió a calzar, se atusó un poco y abrió las puertas con un sonoro ruido. Todo el mundo se giró para observarla, todos, incluso él. Carraspeó un poco, y con la voz que le había faltado durante los últimos meses dijo:

-Lo siento, pero no puedo permitir que la persona a la que amo se case con la mayor zorra que jamás he conocido.

2 mar 2012

Sutiles diferencias

Una gota de sudor que nace en la nuca y muere en el final de la espalda. 

Unas manos pegajosas. 

Unas piernas temblorosas.

Un corazón desbocado.

Una respiración entrecortada.

Un mechón de pelo que se escapa al vuelo.

Un cosquilleo en el estómago.

Un jadeo.

Unas pupilas que se dilatan.

Una nariz que inspira profundamente.

Un dedo que recorre tu cuello.

Una piel que se pone de gallina.

Unos labios que se encuentran.

Unos brazos que se buscan.

Unas personas que se pierden.

¿Lujuria o cariño?

¿Lascivia o afecto?

¿Amor o deseo?

21 feb 2012

Pasión muda.

Su brazo agarró con fuerza su cintura haciendo que ella se tuviese que poner de puntillas. Sus rostros estaban a unos pocos centímetros. Ambos podían sentir sus respectivas respiraciones, entrecortadas, jadeantes.

Ella cerró los ojos y dejó caer su cabeza hacia atrás, moviendo una larga cortina de oscuro cabello. Él cogió su cuello con la mano que tenía libre y posó sus labios en los suyos, suavemente, como una pluma que cae.

Aquel roce hizo que ella se estremeciese. Sus piernas comenzaron a temblar y apenas podía tenerse en pie, pero él la sostenía. Se sentía segura rodeada por aquellos brazos, envuelta en aquel abrazo.

La sutil caricia del principio dio paso al hambre y a la pasión. Sus labios ya no se rozaban, se fundían una y otra vez, buscando desesperadamente el aliento del otro. Las manos ya no se mantenían quietas, recorrían sus cuerpos con vehemencia, buscando rincones prohibidos.

El vestido de ella cayó sin que se diese cuenta, la camisa de él desapareció, los pantalones rodaron por el suelo, sus pies descalzos sentían el frío mármol de la terraza. 

Nada les importaba, se tenían el uno al otro. Estaban cerca, muy cerca, sintiendo sus cuerpos, rozándose, tocándose, bebiéndose, sintiéndose, disfrutando, dejándose llevar por la pasión contenida desde hacía meses. Eran una sola alma que trataba de fusionarse en un único cuerpo.

El lugar estaba rodeado de un frondoso bosque que dotaba al momento de una asombrosa intimidad. Nadie los podía ver, nadie oiría sus gemidos y sus jadeos de placer. 

Sólo la Luna era testigo de su amor.

16 feb 2012

Nada se puede hacer

-¿Por qué no luchas por ello?

-Porque es una batalla perdida.

-No puedes rendirte sin haber empezado a pelear.

-No me estoy rindiendo, estoy saliendo del campo de batalla.

-Estás huyendo.

-Evito el dolor.

-Eso es de cobardes.

-Lo sé.

-No puedes permitir que eso ocurra, tienes que enfrentarte a ello.

-Sería egoísta si interviniese.

-Pero podrías ser feliz.

-A costa de ellos.

-Eres estúpida.

-Lo sé.

-Nunca lograrás nada si sigues así.

-Al menos conseguiré que dos personas sean felices.

-No durará mucho tiempo, y te tocará recoger los pedazos.

-Allí estaré, entonces.

-Nunca lograré entenderte.

-No hace falta que lo hagas.

-Estás desaprovechando la oportunidad de tu vida.

-Lo sé. Lo supe desde que vi aquella mirada que compartieron.

31 ene 2012

Historia de un corsé.

Ahí estaba, su precioso corsé con cintas de seda. Lo tomó entre sus manos y acarició la superficie que tan ricamente había sido bordada con hilo de plata. Aquella prenda azul noche había sido un regalo de su madre al cumplir los dieciocho.

Esa prenda había asistido a bailes, presentaciones en sociedad, galas de ópera, conciertos... Había sido ajustado muchas veces, y desatado otras tantas. Las manos ajadas por el trabajo diario que con mimo anudaban cada una de las cintas mucho se diferenciaban de los hambrientos dedos apasionados que con vehemencia tiraban de los lazos para dejar al descubierto su cuerpo.

A ojos de la alta sociedad, ninguna joven podía tener un encuentro a solas con un hombre a no ser que hubiese una carabina de por medio, pero ella sabía como deshacerse de acompañantes no deseados para poder encontrar algo de intimidad.

El tocador de señoras del gran teatro de la ciudad había sido testigo de momentos más apasionados que cualquier aria interpretada en el escenario. Las cuadras habían resultado ser un buen escondite para jóvenes parejas deseosas de entregarse a la pasión. Incluso en su propia habitación había recibido a algunos de sus amantes.

Ningún miembro de su familia imaginaba que ella, la hija mayor y responsable de una de las más nobles casas conocía de sobra las alcobas de la alta sociedad. Nadie podía pensar que aquel precioso corsé había hecho perder el control de las frías mentes de todos los jóvenes que posaban su mirada en él y el cuerpo que lo llenaba con una excitante voluptuosidad.

Estaba en deuda con aquel corsé, le debía todo su poder. Pues conocer todos los secretos de la aristocracia no es poco.



16 ene 2012

Difícil

Se lo negaba una y otra vez. Se decía que no constantemente. Se repetía que debía olvidarlo día tras día. 

Era incapaz. Incapaz de no sentir lo que sentía. Incapaz de no sonreír al verle. Incapaz de no soñar con él por las noches. Incapaz de no observarle en secreto. Incapaz de no suspirar con el sonido de su voz. Incapaz de no desmayarse con su olor. Incapaz de no amarle.

Siempre en la distancia, en secreto, a lo lejos, sin mostrarse, sin revelarse. Sin embargo, es muy complicado esconder lo inevitable.

Su mirada la delató una fría noche de Enero.

5 ene 2012

Noche de Reyes


Se pone el Sol. Todavía queda algún caramelo tirado por las calles, rastro de la Cabalgata. Niños emocionados no pueden dormir. Roscones llenan las casas.

Coloco mis zapatos en la alfombra de siempre. Preparo una bandeja con tres copas, licor y polvorones. Dejo un barreño con agua junto a la ventana. Apago las luces y cierro la puerta del salón. Una vez en mi cama, a solas, repaso mentalmente mi carta. Sólo he pedido una cosa.

A ti.

Porque tú eres mi mejor regalo.