10 ago 2012

Huida.

Abrió los ojos. La suave luz del amanecer entraba por la ventana y la primera brisa matinal movía las cortinas. Se movió ligeramente en la cama y descubrió que el otro lado estaba vacío.

-Otra vez no...- Dijo con voz ronca.

Se levantó y se lavó la cara. En la chimenea todavía quedaban restos de madera chamuscada que humeaba. Recuperó sus calzas y su jubón y se los puso rápidamente. Salió de la estancia. Saludó al guardia que cuidaba el pasillo y subió a la torre saltando los escalones de dos en dos. Se asomó y entrecerró los ojos para ver mejor.

Vio una figura a lomos de un caballo negro con su también negra melena al viento.

-¡Alteza!- Gritó con toda la potencia que pudo.

Ella frenó su montura y se giró. Él contuvo el aliento al ver su rostro resplandeciente.

-Habéis olvidado vuestro corsé.-

1 comentario:

  1. Cuando algo acaba bien es que algo tiene.
    Y a mí personalmente me has arrancado una sonrisa con este sencillo escrito. Y no me duele en prendas admitir también que aprendí lo que es un "jubón". Muy bien.

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