29 abr 2011

No puedo creerlo

Hay veces en la vida en las que uno tiene que asistir a acontecimientos desconcertantes, que dejan una sensación muy extraña.

Encontararse con ciertas situaciones puede producirnos un malestar profundo y hacer que nos sintamos engañados por el destino. "¿Por qué me pasa a mí?, ¿qué he hecho yo para merecer esto?". Todos sabemos que la vida no es justa y que da unas vueltas tremendas, pero ¿es necesario que esas vueltas nos golpeen con tanta fuerza y que nos humillen?

Yo diría que hay grandes encuentros con un pasado que no termina de alejarse nunca, que no deja de recordarte lo jodida que fue tu vida, lo mucho que sufriste en un determinado momento.
En esta última semana he observado las reflexiones de aquellos que se burlaron de mí, que me utilizaron, que me humillaron y me vejaron, que me hicieron la vida imposible, en definitiva, aquellos que me dejaron bien jodida y hundida.

Sin embargo, lo peor de todo no es ver sus reflexiones, es ver que esas reflexiones piden respeto y justicia; critican la discrimación y la violencia; suplican comprensión, sinceridad y bondad. Ese respeto y esa comprensión que a mí me fueron negadas, esa bondad y esa justicia que no se me dieron, esa violencia indiferente que se usó contra mí, esa discriminación que sufrí.

Hipócritas, falsos, mentirosos... Podría continuar y llenar líneas y líneas con calificativos que no llegarían nunca a colmar mi frustración, pero prefiero, simplemente, decir que ya les llegará el turno y recibirán los golpes que en un momento dieron.

Señores, ya saben que el tiempo pone a cada uno en su lugar.

Hoy el paraje de los sueños ha recordado aquellas pesadillas que, lamentablemete, un día fueron reales, tan reales que todavía me hacen llorar por las noches.