25 oct 2010

Y de repente

Y de repente, sucede, miras a tu izquierda y ahí está, tu compañero, tu amigo, con su sueño en filosofía, sus preguntas en física, sus comentarios en historia, sus tachones en matemáticas...
Y ahí estás tú, embobada, como una tonta, con la mirada puesta en sus profundos ojos azules, tan hipnóticos y encantadores, tan geniales como él.
Tú te engañas, te niegas a tí misma, te reprochas una y otra vez que eso está mal, te dices que es un error y que no puede ser.
Y de repente, un día, una tarde cualquiera, unas personas cualesquiera y cuatro copas extrañas, que te hacen locuaz y divertida, y quizás, demasiado extrovertida. Y te ves diciendo algo importante, algo inconfesble, algo íntimo y profundo. Y todos opinan, todos aconsejan, pero nadie te da la solución, nadie te ayuda, se dedican a conspirar y a tramar planes maquiavélicos de seducción.
Y de repente, te ves confusa y te arrepientes de haber hablado, no quieres ni mirar a la cara a tu compañero por miedo a que note algo, aunque en el fondo deseas que lo note y te diga algo, anhelas un dulce gesto que te de el aliento y la valentía para sincerate con él, pero ese gesto no llega.
Y de repente, te invita a ir al cine. Todos se emocionan con la idea, y tú te mentalizas para una tarde de amigos, unas risas, un buen rato, nada más.
Y de repente, una moneda al aire, una declaración escondida, un beso fugaz y explicaciones sin sentido. Todo se nubla en tu mente y no sabes reaccionar. Llegan momentos de confusión, de mucho pensar y de miedo al reencuentro.
Y de repente, una apuesta, unos deseos, intriga, misterio, nervios y silencios incómodos cargados de miradas intensas que apenas se pueden describir.
Y de repente, una última hora, una profesora que no se va, unas escaleras vacías, una sencilla y clara frase, una contestación y un beso, un beso de verdad, un beso que lo dice todo y que no dice nada, un beso infinito y minúsculo al mismo tiempo, un beso, tu beso.
Y el resto de la historia se está escribiendo en pupitres, en calles, en escaleras, en parques, en bancos, en paredes y en miles de sitios que quedan por descubrir.