Cuando no quedan lágrimas que derramar, cuando no queda nada por lo que llorar, cuando ya todo da igual.
Es entonces cuando te das cuenta de que algo ha cambiado y de que volver hacia atrás es imposible, que sólo puedes avanzar sin volver la mirada, esperar a que la tormenta pase y no aferrarte a falsas esperanzas.
Y así, poco a poco, te alejarás, te olvidarás y dejarás de sentir, de sufrir, nada te importará y todo seguirá dando igual.
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