4 dic 2011

La batalla más dura.

-La Razón acaba de rendirse, mi señor. Hemos ganado la guerra.-

-No, hemos ganado la primera batalla, todavía nos queda un largo camino. Es ahora cuando empieza el verdadero desafío.-

-Lo que usted diga, mi señor.-

-Quiero que hagas llegar un mensaje a la Razón. No debemos considerarla un enemigo directo, podría sernos útil en un futuro.-

-Claro.Dígame, mi señor.-

-Escribe: Estimada Razón, a pesar del enfrentamiento en el que nos hemos visto involucrados, espero y deseo que podamos formar una alianza de provecho para ambos en un futuro cercano. Se os proporcionará ayuda para reconstruir vuestra fortaleza a condición de que entreguéis las armas inmediatamente. Atentamente, el Corazón.-

-Será entregado en un momento, señor.-

-De acuerdo. Ahora déjame sólo.- El sirviente se despidió con una reverencia y dejó a su amo.

Una vez a solas, el Corazón no pudo reprimir las lágrimas. Se avecinaba la peor parte, y no sabía se sería capaz de soportar una derrota como la de la última vez. Un escalofrío le recorrió al recordarlo. Aquella derrota había sido la más dura de toda su vida.

Los recuerdos llegaron como una llama abrasadora. Las miradas, las caricias, los susurros... Y después las lágrimas, la desilusión y el dolor. Había sido muy difícil y todavía no la había superado.

Justo en ese instante llegó un mensajero.

-Mi señor, traigo noticias del frente.-

-Ya sé que hemos vencido a la Razón. Llegas tarde.-

-Mi señor, no son noticias de ese frente, me refiero al de... Él...-

-Habla.-

-Acaba de besar a otra, mi señor...- Apenas pudo terminar la frase cuando el Corazón se hizo pedazos.

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