13 oct 2009

Continuará...

Un rayo de sol ilumina una habitación, más en concreto una cama, y más en concreto todavía un rostro. Ese rostro pertenece a Elisabeth, una joven de diecinueve años que duerme plácidamente, sin saber que su vida ha dado un giro de ciento ochenta grados, todo gracias a una reunión de su padre.

Pero su descanso se ve súbitamente interrumpido por alguien que entra en su cuarto, Claire, su hermana mayor.

-Vamos, ¡despierta! Deberías estar ya levantada y vestida, padre llegará enseguida, ¡y dijo que tenía algo que decirnos!-

-Claire… déjame… estoy cansada…- Elisabeth bosteza.

-Eso te pasa por quedarte hasta las tantas leyendo esas absurdas obras de teatro…-

-¡Shakespeare no es absurdo! Tú sí que eres absurda. Te crees que no me entero de cómo te escapas todas las noches para ver a ese tal Henry… Y no sólo eso… también os he oído en tu habitación…- Elisabeth pone cara de satisfacción.

-Como cuentes algo a padre…- Claire enrojece, furiosa.

-¿Qué?- Elisabeth sonríe.

-Nada… venga, baja a desayunar. Iré escogiéndote un vestido.- Claire abre el armario y empieza a rebuscar en su interior.

-Ni se te ocurra coger algo que no sea negro. ¡Y nada de corsés!- Elisabeth sale de su cuarto, se abrocha la bata granate de seda y baja por las escaleras, todavía un poco dormida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario